La despenalización del aborto, una cuestión de derechos humanos

Cuando era niña, como todas las niñas que conozco, tuve muñecas que parecían bebés. Incluso recuerdo una en especial que traía un tetero y cuando se lo daba se orinaba y había que cambiarle el pañal. También tuve una máquina de coser, un juego de ollas completo en miniatura marca IMUSA, con las que se podía cocinar de verdad y por supuesto también tuve un kit de limpieza para aprender a ser una señora respetable: escoba, trapero, pala y balde. Jugué como todas las niñas a ser adulta, o mejor, a ser mujer adulta, es decir, mamá, esposa, ama de casa.

Como la mayoría de las mujeres de este lado del mundo, crecí sin poner jamás en duda la idea de ser madre, de usar mi vientre para la reproducción, de cumplir con el “mandato divino” – que yo considero convención cultural y que me resulta más mundano que espiritual – de mantener la especie. De hecho quedé embarazada muy joven y no dudé ni por un instante que mi hijo vendría al mundo sin importar si lo busqué o no. Y aunque hoy puedo decir que ha sido una decisión que ha llenado mi vida de enormes satisfacciones, quizás hubiera sido interesante haber crecido sabiendo que las mujeres no necesariamente tenemos que utilizar nuestra función reproductiva, ni acatar el dictamen social de ser madres.

El debate sobre el aborto es álgido, está lleno de aristas y por lo general presupone una tensión entre derechos: los de la mujer y los del feto en gestación, por ende, no pretendo aquí zanjar de una vez por todas la discusión, pero sí quizás aportar una mirada desde los derechos humanos. Además pienso que la cuestión no es el aborto en sí –  creo que nadie puede decir que está a favor del aborto – sino su despenalización.

El ser o no madres, el desarrollo de la sexualidad y la capacidad de procreación, son elecciones que provienen de lo más íntimo de los individuos y hace parte del libre desarrollo de la personalidad, derecho fundamental del ser humano. Además está estrechamente ligado a la dignidad e integridad física y mental de cada persona y por tanto, debe ser protegido y garantizado por el Estado. En este sentido, la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, que entró en vigor en 1981, establece que Los Estados Partes adoptarán todas las medidas apropiadas para eliminar la discriminación contra la mujer en la esfera de la atención médica a fin de asegurar, en condiciones de igualdad entre hombres y mujeres, el acceso a servicios de atención médica, incluidos los que se refieren a la planificación familiar. De igual manera en la Conferencia Internacional de Beijing sobre la mujer de 1995, se reconoció que los derechos humanos de las mujeres incluyen el derecho a tener el control y a decidir libre y responsablemente sobre su sexualidad, incluida la salud sexual y reproductiva, libre de presiones, discriminación y violencia.

Las distintas posturas que surgen frente a la despenalización del aborto, van desde reducirlo a un problema de salud pública en donde lo único a tener en cuenta son los datos estadísticos de las miles de muertes de mujeres que se practican abortos de manera clandestina, hasta el dilema de acabar con un ser con potencialidades de vida. Si fuera sólo lo primero, no habría nada qué discutir, simplemente habría que normativizar, regular y punto. Pero es lo segundo, en donde por lo general entran posiciones confesionales, religiosas y morales, en donde la cosa se torna densa y compleja. Para quienes arguyen desde esta postura, el niño es niño desde la concepción – lo cual se ha discutido ampliamente sin llegar a un consenso –  y por lo tanto, el aborto viene siendo un asesinato. Son legisladores, políticos, hombres, mujeres y personas del común que se auto definen como “pro vida”.  Y es aquí donde cabe preguntarse, si quienes están a favor de la vida de la mujer, de su salud e integridad física y psíquica, pueden llamarse “pro muerte”. Bajo esta mirada también podría pensarse que el médico que no realiza un aborto apelando a la  “objeción de conciencia” y permite que un embarazo continúe aun sabiendo el riesgo que tiene para la madre la gestación de ese feto, no está atentando directamente contra su vida.

Estas posturas, todas muy respetables y respetadas por quien escribe, no dan cuenta de los hechos reales, de lo que sucede en el día a día de las mujeres. El drama y el conflicto al que una mujer se enfrenta cuando afronta una situación de embarazo no deseado son múltiples y de altísima complejidad, más aun si está en situación de vulnerabilidad, ya sea por factores como la violencia o la pobreza. Como oí hace poco en un debate televisado sobre el tema, somos nosotras las que ponemos el cuerpo para gestar y para abortar, un hombre puede escapar de su paternidad simplemente diciendo “yo no fui”, mientras que a nosotras nos toca cumplir con nuestro deber sí o sí, según lo que está establecido en nuestra sociedad. Y si decidimos terminar el embarazo de manera voluntaria, somos condenadas social y legalmente.

El derecho de elegir a ser madre o no, va desde la educación y prevención hasta la toma de decisión de interrumpirlo en caso de que haya un embarazo en curso. Las mujeres no necesariamente tenemos que ser madres, podemos elegir no serlo, podemos separar nuestros cuerpos de la función reproductiva, así como también podemos elegir no ser esposas o amas de casa e incluso – parece una obviedad afirmarlo, pero no lo es -, podemos renunciar en cualquier punto de nuestras vidas a ser lo que se espera culturalmente y tradicionalmente de nosotras.

El “poder decidir” es un derecho fundamental que no debería discutirse desde ningún punto de vista. Entiendo perfectamente – y siendo madre es más fácil aun posicionarme desde ese lado – a quienes quieren proteger el óvulo fecundado o la vida en potencia que se está gestando. Mi postura personal, es educar, prevenir y crear acceso a la salud para todas las mujeres para que ninguna tenga que verse en la disyuntiva de elegir, sin embargo soy conciente de que cuando el caso se da y ya la prevención no tiene cabida, hay que defender el derecho de que cada quién haga lo que crea conveniente.

Es desacertado pensar que por hacer leyes para la despenalización del aborto, nuestra especie está en peligro, o la institución de la familia, o los valores y la moral – lo mismo se pensaba cuando se discutía sobre el divorcio -. También es equivocado argüir que en el momento de hacer estas leyes, las mujeres iremos en desbandada a hacernos abortos. No se trata de incitar a nadie a que lo haga o lo deje de hacer, sino de generar las condiciones para que pueda decidir libremente, sin correr riesgos o reducirlos al mínimo, y de garantizar que su elección sea respetada y legal.

El conato que hubo recientemente para echar atrás la ley de aborto en los tres casos en que es permitido en Colombia – riesgo de vida del feto o de la madre, violación y malformación del feto – y en donde se pretendía judicializar a las mujeres y médicos que interrumpieran embarazos, hubiera sido un gran retroceso para el país.  Aplaudo de pie el que se haya hundido el proyecto y que no se condene a una mujer por elegir sobre su cuerpo, por lo menos en los tres casos en cuestión. Aunque por el debate que giró en torno al tema por estos días, queda claro que en Colombia aun falta mucho trecho por recorrer en cuanto a los paradigmas ultra conservadores y restrictivos frente a los derechos de igualdad para las mujeres.

Es un hecho irrefutable que las mujeres se hacen abortos y se los seguirán haciendo porque es su derecho decidir ser madres o no, cuándo serlo y en qué condiciones serlo, nadie puede obligar a una mujer en convertirse en madre – aunque la presión social hace lo suyo -, así que valdría la pena ocuparse de reflexionar sobre lo que pensamos y le inculcamos a nuestros hijos, para que en un futuro cercano no nos enfrasquemos en discusiones sobre muerte vs. vida, sino que podamos ejercer un derecho con absoluta libertad, el derecho a elegir. ♠

 

“Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir” (Consigna de la Campaña para la Despenalización del Aborto en Argentina).

4 Respuestas a “La despenalización del aborto, una cuestión de derechos humanos

  1. Leyendo este articulo recorde una de las frases más criticadas del candidato a la presidencia francesa (hace algunos años) Jean Marie Le Pen: «el cuerpo de las mujeres pertenece al estado». Ello me hizo pensar que la discusión sobre el aborto, pasa por la constitución patriarcal del mismo, que como lo muestra el texto de Lila, dibuja una imagen de lo que la mujer como ciudadana debe asumir en relación con su función biologica como reproductora que le niega el derecho a decidir sobre esa condición. Lucha que no termina a pesar de la impronta de la ley que busca igualdad de derechos. En Colombia, esa idea patricarcal es encarnada por el procurador que apesar de las funciones «morales» de práctica poltica que le impone su cargo (en terminos de la «neutralidad) se ha declarado ferreo opositor, señalando en su posicionamiento la dimensión religiosa (catolica), dejando claro que a pesar de que en teoria Colombia se haya separado de la iglesia, en la practica aun el discurso de moral religiosa es el caballo de batalla para mantener el tema en discusion y dilatar la materialización de derechos.
    De manera muy coloquial, siempre he pensado que abortar no es una decisión facil, e implica para la persona que tome la decisión todo un proceso de claridad frente a sus opciones para detener una vida. Debido a que ese proceso es complejo, el proceso de decisión, abortar no se volvera una especie de mecanismo de emergencia. Esa idea de que el aborto se convierta en un mecanismo de emergencia para evitar el embarazo,que es el discurso del procurador, dibuja una representación de la mujer machista en terminos de creerla inconciente de sus decisiones y por ende, necesita de la guia patriarcal para poderlas tomar. Es asi, un funcionario estatal reproduce la idea (aparentemente vencida) de la condicion femenina de las mujeres como ciudadanas de segunda categoria sin decisión alguna de elegir sobre sus derechos, ello bajo el auspicio del discurso religioso (catolico) que hace útil el determinismo biologico de la reproducción para señalar en terminos de pecado una decisión y en terminos politicos de incensates, incluso inmadurez de las mujeres que no pueden pensar por si mismas sin el ente rector de la masculinidad como lo es el estado. (buen articulo lila)

  2. MI OPINION ES LA MISMA QUE TIENE LA DOCTRINA ESPIRITA ACERCA DEL ABORTO
    (Ruego el favor de leer detenidamente, ya que la posision espirita no es de orden religioso sino que tiene caracter cientifico y filiosofico y moral)

    Todos estamos destinados a alcanzar la sublime Luz. La vida es el más precioso tesoro que se conoce. No siendo el hombre su autor, no le compete, interrumpirla a su gusto.
    El primer derecho natural del hombre, es el de “Vivir”. Por eso nadie tiene el de atentar contra la vida de su semejante, ni el de hacer nada que pueda comprometer su existencia corporal.
    Cara al desenvolvimiento de la Ciencia, se comprueba fácilmente el inicio de la vida humana desde el momento de la concepción en el vientre materno, y no solamente cuando ocurre el nacimiento como muchos afirman.
    Constituye un grave compromiso con las leyes divinas la provocación del aborto en cualquier fase de la gestación, ya que tal iniciativa impide que el Espíritu, ya ligado al embrión, renazca en el cuerpo físico que le servirá como instrumento de progreso.
    El Movimiento Espirita es contrario a los proyectos de revisión de la legislación que visan la legalización del aborto en todos los países.
    Estudiado el proceso reencarnatorios en los moldes de la normalidad y viabilidad, se observa, que muchas de las reencarnaciones esperadas no se concretizan, a pesar de toda la planificación ejecutada tanto a nivel espiritual, como por los padres, que desean la oportunidad de recibir un hijo en el hogar.
    De todos los institutos sociales existentes en la Tierra, la familia es el más importante, desde el punto de vista que es en la familia donde existen los alicientes morales que rigen la vida.
    Es por la unión sexual entre el hombre y la mujer que la Humanidad se perpetúa en el Planeta; en virtud de eso, entre los padres e hijos residen los mecanismos de la sobrevivencia humana, en cuanto a la forma física, en la faz del orbe.
    El hombre atendiendo a los impositivos del progreso, se alterna en la arena del mundo, albergando la posición de padre, o desempeñando la posición de hijo, aprendiendo gradualmente, en la cuerpo carnal, las lecciones profundas del amor, amor ese que lo erguirá, un día, en definitiva, de la Tierra a los Cielos.
    La expresión calamitosa del aborto criminal, es debida exclusivamente por la huida al deber.
    Habitualmente, siempre, es el hombre, el que planifica la formación de la familia, antes del renacimiento terrestre, con el amparo y supervisión de los benefactores espirituales, a la manera de la casa que levantamos en el mundo, con el apoyo de arquitectos y distintos técnicos.
    Comúnmente antiguos compañeros de infelices aventuras, les programan la vuelta a nuestro lado, para mejorar su esperanza de elevación y rescate, pulimiento y mejoría.
    Crean proyectos, alientan sugestiones , articulan providencias y extreman votos respetables, englobando con ello saludables compromisos , que, si son observados, redundaran en benditas sustanciales para todo el grupo de corazones que se vinculan para la existencia. Sin embargo, cuando están instalados en la Tierra, anestesian la conciencia, expulsándolos de su compañía, con el pretexto de resguardar en propio confort.
    El hombre posee un alto potencial energético gracias al cual es capaz de mover objetos próximos o a distancias, gracias a la fuerza de su pensamiento, actúa también sobre las energías sutiles que unen a las moléculas del embrión a la textura energética del psiquismo fetal.
    Las acciones mentales de la gestante tienen profunda repercusión sobre las obligaciones energéticas del espíritu reencarnante con su embrión.
    Hay madres que odian el hecho de estar embarazadas. Sea por las circunstancias dolorosas que motivaran el embarazo, sea por la dificultad de relacionarse con el esposo o aun por la situación de penuria socio-económica e imaginando la gravedad de la situación considerando el estado en que se encuentran, sea cual fuera el motivo, desde los más complejos hasta la más simple vanidad, el hecho es que la situación existe con relativa frecuencia.
    Existe un crimen más doloroso, que los que se observa cometer al hombre, este crimen al que nos referimos por la voluptuosidad y crueldad con que es practicado, se realiza en el silencio del santuario domestico o en el regazo de la Naturaleza…
    Crimen aterrador, porque la víctima no tiene voz para suplicar piedad y ni brazos robustos con los cuales se defienda con movimientos de reacción.
    Este crimen es el aborto delictuoso, en el que padres conscientes determinan la muerte de los propios hijos, asfixiándoles la existencia, antes que puedan sonreír a la bendición de la luz.
    Hombres de la Tierra, y sobre todo vosotras las madres, corazones sensibles que están llamados a la exaltación del amor y de la vida, absteneos de semejante acción ya que os ocasionará el desequilibrio del alma, y oscurecerá vuestro camino.
    ¡Huid del satánico propósito de sofocar los frutos del propio seno, porque los ángeles tiernos que rechazáis son mensajeros de la Providencia, asomándose al hogar en vuestro propio socorro, y, si no hay legislación humana que os señale la torpeza del infanticidio, en los recintos familiares o en la sombra de la noche, los ojos divinos de Nuestro Padre os contemplan desde el Cielo, llamándoos, en silencio, para las pruebas de reajuste, a fin de que se os expurgue en la conciencia la falta indiscutible que perpetráis.
    El aborto es un doloroso crimen. Arrancar una criatura del vientre materno es infanticidio confesado. La mujer que promueve o comete semejante delito es constreñida, por leyes irrevocables, a sufrir alteraciones deprimentes en el centro genésico de su alma, predisponiéndose generalmente a dolorosas enfermedades, que pueden ser en la matriz, vaginismo, metralgia, o infarto uterino, tumoraciones cancerosas, flagelos esos con los cuales, muchas veces, desencarna, demandando al más Allá para responder, , ante la Justicia Divina, por el crimen practicado. Es, entonces, cuando se reconoce rediviva, más enferma e infeliz porque, la incesante recapitulación mental del acto abominable, a través del remordimiento, la retendrá por tiempo muy largo en la degeneración de las fuerzas genitales.
    La visión religiosa distorsionada de las leyes universales, lleva a muchas criaturas a destruirse psíquicamente. Uno de los flagelos de la humanidad, y una herencia judaico-cristiana de la civilización occidental, es la culpa. Aún hoy, hay residuos del espíritu de la autoflagelación por la culpa en la mayoría de las religiones.
    Las mujeres presas en las mallas del remordimiento y curtiendo el sofocante sentimiento de culpa, al chocar con comentarios acusatorios agravan sus sufrimientos. Son verdaderas cuchilladas en heridas que cuestan cicatrizar.
    Sin olvidarnos que abortos provocados en el ayer determinan abortos espontáneos hoy.
    El velo del olvido del pasado es el que posibilitará la reaproximación de ambos bajo el mismo techo.
    La sensación de vacío interior, mezclada con un sentimiento de culpa consciente e inconsciente frecuentemente determina una acentuada baja de vibración en la spicoesfera femenina.
    Paralelamente, la acción del magnetismo mental de los espíritus expulsados pasará gradualmente a exacerbar la situación depresiva materna.
    Pese al esfuerzo de protección ejercido por los mentores amigos, en muchas circunstancias se establece el vinvulo simbiótico, sumergiéndose la madre en los tristes rincones de la psicopatología.
    Es decir estas madres con los ovarios deformados, podrán en futuras existencias, aprovecharlo solo para el concurso de experimentos de segunda y tercera clase… La mujer que corrompió voluntariamente su centro genésico recibirá en el futuro a almas que viciaran la forma que le es peculiar, y será madre de criminales y suicidas, en el campo de la reencarnación, regenerando las energías sutiles del periespíritu, a través del sacrificio nobilísimo con que se entregara a los hijos torturados e infelices de su carne, aprendiendo a orar, a servir con nobleza y a mentalizar la maternidad pura y sana, que acabará reconquistando al precio de sufrimientos y justos trabajos…
    Al desencarnar, de vuelta al plano espiritual, la madre presentará en diversos niveles, conforme su grado de responsabilidad, distonía energéticas que se harán representar por masas fluídicas oscuras que compondrán la estructura de su cuerpo espiritual (periespíritu) A pesar de ser atendidas con los recursos y técnicas terapéuticas existentes en el mundo astral, la llaga energética en muchos casos se mantiene, en función de gravedad y agravantes existenetes.
    Las lesiones en la textura intima del psicosoma a que nos referimos, muchas veces solo pueden ser eliminadas mediante una próxima reencarnación de características expiatorias
    La expiación, lejos de tener una connotación castigadora, pues este criterio no existe en la planificación superior, es un método de eliminación de las desarmonías más profundas para la periferia del nuevo cuerpo físico.
    La expiación siempre tiene función regeneradora y constructiva y busca restaurar el equilibrio energético perdido por posturas desequilibradas del pasado.
    Es importante resaltar, que no hay actos perversos que hayan sido planeados por la espiritualidad superior. Sería una miopía intelectual sin límite, la idea de que alguien debe reencarnar a fin de ser violado. La concepción del Dios castigador y vengativo, ya no cabe más en el diccionario de los religiosos esclarecidos sobre la vida espiritual. Dios es una fuente inagotable de amor. Es la Ley mayor que a todo preside, Ley coordinadora de las leyes naturales.
    Cada uno de nosotros al reencarnar trajo todo su pasado impreso indeleblemente en sí mismo. Espíritus que somos y por los numerosos viajes que hacemos, representados por las múltiples vidas, poseemos en nuestro pasaporte numerosos matasellos de las posadas donde estuvimos en el pasado. Hoy la suma de estas experiencias se traduce en manantial energético que irradia constantemente de nuestro interior para la superficie.
    En el aborto no hay nada que lo justifique.
    Infanticidio execrable, el aborto delictivo es un cobarde proceso del que se utilizan los espíritus débiles para desligarse de la responsabilidad, incidiendo en grave delito del que no se podrán exonerar con facilidad.
    La vida es patrimonio divino que no puede ser ligeramente malbaratado.
    Desde el momento en que los hombres se permiten la comunión carnal es justo que se sometan al tributo de la responsabilidad del acto libremente aceptado.
    El espíritu que es impedido de nacer volverá a la tentativa de recomenzar en la Tierra.
    Tal vez en circunstancias más grave para el abortista se dé el reencuentro con aquel de quien gustaría liberarse.
    Vinculados por compromisos de impostergable regularización, se imantan recíprocamente, dando inicio, cuando el amor no los favorece, a largos procesos de alineaciones crueles y enfermedades diversas de etiología muy compleja.
    Atiende a la vida bajo cualquier modalidad con que se te manifieste.
    En lo que respecta a la puerta libertadora de la reencarnación, elévate, mediante la concesión de la oportunidad de los Espíritus que te buscan, confiando en Dios, el Autor de la Creación, manteniendo la certeza de que si las aves del cielo y las flores del campo reciben cariñoso cuidado, más valen los hombres, no estando, por tanto, a merced del abandono o de la ausencia de los socorros divinos.
    Todo hijo es empréstito sagrado que debe ser valorizado y mejorado por el cincel del amor de los padres, para oportuna devolución al Genitor Celeste.
    No transfieras tu elevación espiritual a través de la criminal acción del aborto, aunque las dificultades y aflicciones sean el pavimento por donde marchan tus pies.
    Toda ascensión impone el encargo del sacrificio.
    La cima de la escalada, sin embargo, responde con paz y belleza a los obstáculos de la jornada. Llegarás a la honra de la paz, después de la conciencia liberada de los débitos y de las culpas.
    Matar ¡Nunca!

    Trabajo realizado por Merchita
    Extraído de diversos libros espíritas
    “Después de la Tempestad” de Divaldo Franco
    “Gestación sublime intercambio” de Ricardo Bernardi.

  3. Hola Lila. Definitivamente es un tema espinoso de tratar y admiro tu valentía en escribir al respecto. Creo que haces una completa exposición de argumentos a lo cual quiero aportar dos reflexiones: 1) Es claro que el aborto como procedimiento médico busca interrrumpir el proceso de gestación de una vida en cualquiera de sus etapas. El interrumpir la vida, independiente de sus motivaciones (al igual que la eutanasia) es un tema que exige una gran madurez y responsabilidad por parte de aquel que dedide optar por esta alternativa y que no debería prestarse para ligerezas en la decisión. 2) La discusión sobre lo que la ley nos permite o nos prohibe hacer nos lleva necesariamente a recordar el propósito de vivir en sociedad bajo parámetros de aceptación común donde se busca un bienestar colectivo. En tal sentido, cuando se apela a la exigencia de derechos para hacer lo que bien me parece (o lo que se define libre desarrollo de la personalidad), en teoría se parte del supuesto que aquel que hace tal apelación tiene la formación, madurez y la resposabilidad suficiente para asumir las consecuencias de sus actos. Desgraciadamente en la mayoría de los casos esta hipótesis falla, sobre todo en sociedades como la nuestra donde el Estado es quien intenta construir sociedad y por ende se suele confundir la ley con la ética, malpensando que lo que la ley no prohibe está bien para mí y me conviene. 3) En cuanto a la permeabilidad de lo espiritual o lo religioso en la discusión sobre el aborto, creo que se cae fácilmente en la tentación de subestimar e invalidar los argumentos derivados de una creencia, como si aquellos que profesamos una fe tuviéramos algún tipo de «discapacidad» para generar nuestras opiniones propias. Finalmente todo ser humano actúa y piensa basado en un sistema de creencias, sea cual sea el origen de los factores que influencian dicho sistema.
    Un abrazo Lila y nuevamente felicitaciones por este interesante proyecto.

  4. Este par de estupendos articulos me traen a la memoria un enfrentamiento que tuve hace muchos años, con la clase clerical, cuando uno de sus miembros, me dijo que yo no podia recibir la sagrada comunión, porque yo estaba casada civilmente en segundas nupcias, que eso equivalia a adulterio. Le contesté olímpicamente que ese no era una posición de tipo moral o ética, sino económica…Se escandalizó y me cuestionó mi respuesta…Rápidamente le aclaré: » SI YO HUBIESE TENIDO LOS TRES MILLONES DE PESOS QUE ME SOLICITÖ EL MEJOR BUFETE DE ABOGADOS DE BOGOTA , POR LA ANULACION DE MI MATRIMONIO ECLESIASTICO, EL MISMO QUE LE HIZO LA ANULACION DEL MATRIMONIO CATOLICO A JULIO CESAR TURBAY,AYALA, YA ESTO NO FUERA ADULTERIO ANTE SUS OJOS» …Cuestión de óptica, sí o nó?

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