*Esta entrada está inspirada en el Capítulo 3 “Alas para tu voz” del libro “Lo que le vamos quitando a la guerra: medios ciudadanos en contextos de conflicto armado.”
Diciembre 31 de 2001, Belén de los Andaquíes, Caquetá-Colombia. Tras haber pasado una tarde animada en la que los habitantes del pueblo participaron en el concurso de “la bicicleta más engallada”, Alirio González y su equipo se preparaban en la emisora para darle la bienvenida al año 2002. A las siete de la noche, la guerrilla entró al pueblo con ráfagas de ametralladoras y disparos de fusil alterando la tranquilidad de esta pequeña población. Minutos más tarde, Radio Andaquí -la emisora comunitaria- recibió una llamada en la que los alertaban de la incursión del grupo armado; Alirio, quien estaba al mando del micrófono, sólo atinó a decir “hay combates en la calle, encerrémonos en las casas y tengamos prudencia”.
La experiencia no era nueva para los habitantes de Belén quienes el 28 de Julio del mismo año, ya habían tenido una similar (aunque hay que tener en cuenta que la violencia en el departamento del Caquetá nace desde los años 70, con las primeras incursiones del M-19). Mientras las balaceras y explosiones en las calles continuaban, las personas atemorizadas llamaban a la emisora en busca de soluciones y consejos frente a lo que estaba ocurriendo. ‘En medio del miedo’ -en palabras de Alirio-, ‘ se nos ocurrió encender la consola y colocar un CD de villancicos’. Las llamadas seguían entrando a Radio Andaquí y, como solución, sus integrantes pidieron a sus oyentes sintonizar la emisora y subirle volumen a sus radios para que otros pudieran escucharlos también. Además, desde la cabina de la emisora se comunicaron con la capilla del pueblo, para pedirle al padre que amplificara los villancicos en los altoparlantes de la Iglesia.
Una hora más tarde, y al oír que los disparos de a poco se alejaban de la población, Alirio decidió salir a la calle. Al asomarse a la puerta, escuchó que del parque llegaban gritos y alaridos de la gente. Sin pensarlo mucho, se subió a la radiocicleta y se dirigió hasta el lugar.
Las personas habían empezado a salir corriendo por las calles con sábanas, camisetas, toallas, o elementos blancos que tuvieran al alcance, gritando “¡No disparen, somos civiles!”. Los gritos espontáneos empezaron a sacar a la gente de sus casas. En poco tiempo, la plaza central de Belén de los Andaquíes se llenó de personas que cambiaron el miedo por una celebración a la vida. Alirio transmitía desde las radiocicleta las arengas de la población, animando a quienes aún estaban en sus casas a salir a celebrar por la vida. El padre decidió utilizar los parlantes para dar la misa en la plaza. Belén cambió el terror del combate en la noche de año nuevo, por un carnaval espontáneo.
Alirio González es un comunicador incansable que siempre tiene algún proyecto entre los dientes. Oriundo de Belén de los Andaquíes (población que ganó en 1991 el premio al nombre más bonito de Colombia), Alirio se ha pasado la vida entre veredas, ciudades, eventos, emisoras y barrios, seguro de entender que las Tecnologías para la Información y la Comunicación (TIC) en manos ciudadanas, tienen el poder de transformar comunidades enteras. Con computador en mano, cámaras de video de baja y alta resolución, micrófonos de combate y profesionales, Alirio se la pasa recogiendo historias y enseñándole a la gente que hacer con ellas. Aunque en este momento se encuentra en el Casanare trabajando con campesinos y radios comunitarias, Alirio y su proyecto insignia La Escuela Audiovisual Infantil acaban de ganar el Premio a la Televisión Infantil de Calidad del Ministerio de Cultura y la Comisión Nacional de Televisión. Con dicho premio, los niños y jóvenes que trabajan bajo la dirección de Alirio realizaron la producción “Tele Gordo,” que será transmitida en los próximos días a través de los canales nacionales Señal Colombia y el regional Teleantioquia. Radio Andaquí y la Escuela Audiovisual Infantil han logrado lo que las instituciones no han podido: quitarle el miedo a la gente y cambiar la guerra por las ideas y las acciones.
Ejemplos de lo que se puede hacer de manera alternativa con los medios de comunicación existen por todo el mundo. Lo curioso es que en Colombia, en donde tenemos una de las legislaciones con mayor alcance en América Latina -como para variar- los estudios y seguimientos al funcionamiento y desarrollo de estos medios han sido prácticamente nulos. Constantemente se escuchan en las noticias o se leen en los noticieros que cierta emisora X, de una población Y en el departamento Z, se ganó el Premio Nacional de Paz por su labor comunitaria. Cuando se indaga entre académicos o en las instituciones del estado acerca del otorgamiento de dichos premios, las respuestas suelen ser vagas y llenas de enigmas: nadie entiende muy bien que es lo que la gente hace para llevarse las distinciones. Los pocos trabajos académicos que se han realizado sobre estos casos muestran que los medios ciudadanos** son un instrumento supremamente valioso en los procesos de creación de comunidad. A diferencia de los medios masivos, los medios ciudadanos responden a necesidades y preguntas generadas al interior de las comunidades. Quien habla o se expresa a través de éstos es el vecino, la hija de fulanita, o el abuelo de sutanito. Además, las personas siempre tienen libre acceso a éstos cuando de denunciar se trata. Por ejemplo, en Belén, Radio Andaquí se convirtió en el método por excelencia para ejercer control político: los alcaldes le tienen más miedo a la emisora que a la procuraduría.
Esta es una pequeña invitación a indagar y cuestionarse acerca del papel que pueden jugar los medios en nuestros entornos. Las constantes columnas y papers acerca de como Facebook permitió la revolución egipcia, o como a través de Twitter el movimiento de los ‘Indignados’ se fortalece, engrandece a las corporaciones y deja en un segundo plano lo que las personas están haciendo con la información y como se relacionan con ésta (y con los medios). Los medios ciudadanos no sólo sirven para entender contextos alejados y momentos de conflicto: sirven para explorar las posibilidades de como yo, como ciudadano, tengo la posibilidad de crear, de influir en los problemas de mi comunidad. Este es el camino que me propongo a seguir durante los próximos años, así que si alguno llegó hasta el final y tiene alguna experiencia para contar, lo invito a que nos hagan partícipes de ella.
**Utilizo el término ‘medios ciudadanos’ acotado por Clemencia Rodríguez en su libro ‘Fissures in the Mediascapes’ (2001), ya que este permite entender los usos que las comunidades le dan a los medios de comunicación como usos propios y no en contraposición a los medios masivos.
Referencia
Rodríguez, Clemencia (2008) Lo que le vamos quitando a la guerra. Medios ciudadanos en contextos de conflicto armado. Centro de Competencia en Comunicación para Amércia Latina. Friederich Elbert Stiftung. Bogotá.