El Luis Alberto que conocí

Por Christian Ramírez

(…) fue ahí, precisamente en medio de una de estas canciones, que Luisito entró al lugar. Se sentó en una mesa detrás de nosotros y se quedó allí, tomándose algo, mientras Gonzalo le rendía homenaje al maestro. Esa noche fue mágica, pero no sería la última vez que vería de cerca a Spinetta.

A Spinetta lo escuche por primera vez en concierto ante una multitud de personas que, como yo, poco sabían de la vida artística del Flaco, que llevaba más de 40 años “dándole a la guitarra”. La verdad es que si lo había oído un par de veces: sabía quien era, conocía algunas de sus canciones con Almendra, y hasta tenía la copia en físico de un raro LP que grabó con Fito titulado “Lalala”. Pero fue ante esa multitud, el 31 de Octubre de 2004, en el escenario Plaza del Parque Simón Bolivar, en el marco de Rock al Parque X que yo, un adolescente amante del rock Argentino, vi y escuché por primera vez a Spinetta. Ese día, el Flaco salió a eso de las 8:45 pm para deleitarnos con su música, por algo más de una hora. Su voz tranquila y fina, nos invitó a terminar una agitada jornada de música en total calma.

Un poco más tarde, esa misma noche, después de comer pizza en la zona T de Bogotá, nos enteramos que Gonzalo Aloras (ex guitarrista de Fito Páez y quien años después le brindó a la capital colombiana dos recitales inolvidables e íntimos en el teatro R-112), estaba por tocar a la vuelta de la esquina. Con poco más de 30 personas, en un recital casi improvisado, Gonzalo arrancó a tocar los temas de su disco “Algo Vuela”, intercalando su repertorio con algunos éxitos de Charly y de La Máquina de Hacer Pájaros… fue ahí, precisamente en medio de una de estas canciones, que Luisito entró al lugar.

La segunda vez que lo vi fue en la Trastienda, un bar tradicional para recitales ubicado en San Telmo en pleno centro de Buenos Aires. La excelente ubicación respecto al escenario, se la debo a Alejandra Gómez, compañera de viaje en mi primera travesía por el país gaucho. Ella, quien tuvo encuentros mucho más cercanos que yo con cantautores argentinos, recordaba como en una noche de sushi con Fito y su banda, en el Hotel Intercontinental de la Ciudad de Cali, todos se reían de la mala que estaba la comida y de como eso los hacía recordar a Spinetta, “es que nadie hace los rollitos como Luisito”, me contaba Alejandra, mientras yo le insistía que de alguna manera nos tenía que acercar a los músicos tras del recital. Esa noche sí fue inolvidable: dos hora de música ininterrumpida, bañada por esa magia y encanto que ponen los músicos cuando tocan en su casa (porque Buenos Aires era su casa). Nerina Nicrotra, exquisita bajista, esposa de otro de los grandes bajos del rock argentino (Guillermo Vadalá quien para la época era bajista de Páez), lo acompañó en el escenario. Gracias a que Nerina tocó esa noche, Vadalá estuvo presente, y yo pude ver aún mas de cerca al Maestro.

Al terminar la noche, Alejandra y yo nos quedamos sentados en el bar de la Trastienda, a la espera de la salida de los músicos. Pasaron unos 40 minutos hasta que Vadalá salió, reconoció a Alejandra de aquella noche en Cali, y de paso nos agradecío haber asistido la noche anterior al recital de su primer disco de Jazz como solista, “Bajo Piel”. En esas, salió Spinetta. Escoltado por cuatro personas, se acercó hasta donde estábamos Guillermo, Nicotra, Alejandra y yo para agradecerles por la fantástica noche. En mi asombro, sólo logre distinguir una cálida sonrisa de su parte, cuando se despedía de nosotros ondeando una de sus manos en el aire. Esa sonrisa y ese saludo son el recuerdo del Luis Alberto que conocí.

@CEramsesgado

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