Los tiempos del pasado se parecen al presente

Jairo Camargo, protagonista de la obra "El Deber de Fenster"

 

Por Margarita González Rangel

«Con respeto y con su venia
les pedimos su permiso
y aunque dejen esta sala
mediten bien lo que han visto.
Esta historia que contamos
los invita para que piensen
que los tiempos del pasado
se parecen al presente.»

– Corrido final de «Guadalupe años sin cuenta».

Con el final de una nueva edición del Festival Iberoamericano de Teatro, y entre tintas y caracteres de cientos de reseñas de cada una de las obras, quedan siempre elementos por destacar. A diferencia de otras ediciones, ésta tuvo a los pupilos de Fanny Mikey -esa incansable argentina que le dio vida al teatro colombiano-, encargados completamente de la organización del evento. Tal vez por esto se escucharon un poco más los espectadores satisfechos, y los no tanto; resonó la voz de un columnista de importante apellido (sin ofender a su padre) en pleno debate con el Festival, y se sintieron los ecos de importantes eventos que siguieron a la clausura del mismo: el mítico día 9 de abril, el primer día de solidaridad con las víctimas del conflicto armado y la Cumbre de las Américas en Cartagena.

Pero el Festival también nos dejó obras en donde la eterna pregunta de ‘cómo conseguir la paz‘ –en un país que olvida con suma frecuencia-, vuelve a cobrar importancia. El Deber de Fenster (escrita por Humberto Dorado y dirigida por Nicolás Montero) retoma los hechos de la masacre de Trujillo, Valle, ocurridos en 1986. La obra busca poner dentro del pensamiento de los espectadores la importancia de conocer (más que de recordar) hechos que, como los de Trujillo, son parte de la historia sin fin del conflicto interno colombiano. Este montaje hace parte de un grupo de obras del colectivo de memoria histórica, cuyo objetivo principal es analizar lo ocurrido (mejor, lo que ocurre) en las diferentes realidades colombianas, con la esperanza de que sucesos similares no se vuelvan a repetir.

Esta no es primera vez que la escena del teatro colombiano presenta obras con intenciones similares. Ejemplos como I took Panamá, de 1973 [1]  o Guadalupe años sin cuenta, de 1975 [2], que bien no tienen conexión directa -en términos narrativos-, con la obra El Deber de Fenster sí tienen una intención común: adentrarse en las situaciones que provocaron cada uno de los hechos, mediante una puesta en escena que tiene como fin entender o explicar la historia del país, una historia que nos compete a todos.

¿Qué espectador no ha revivido la sensación de frustración que dejaron los diálogos de paz emprendidos en los gobiernos de Betancourt o Pastrana, al presenciar la escena del juicio por el homicidio de Guadalupe Salcedo?.  Ahora, cuando se pone sobre la mesa el tema de la resolución del conflicto, una vez más,  luego de las últimas liberaciones de secuestrados, vuelven a surgir los sentimientos de esperanza, pero también los de confusión y desaliento que históricamente han intervenido en los intentos de paz.

Los procesos de construcción de memoria histórica suelen ser similares a pesar del paso del tiempo. Con esto en mente, y dado que es imposible negar que obras como Guadalupe años sin cuenta o I took Panamá fueron influenciadas por el momento político y social de los años 70 (época en que el movimiento artístico colombiano estuvo fuertemente influido por las políticas de izquierda y los sucesos de Mayo del ‘68), las obras más que ser un anticuario del teatro colombiano, son la fiel imagen de lo que han sido gran parte de las expresiones artísticas en el continente: el no olvido de los hechos violentos que han marcado las historias del sur.

Es claro que el teatro en Colombia no está obligado a asumir la tarea de hacer memoria; sin embargo, algunos escritores y directores han encontrado en esta manera de expresión artística, una forma de recrear la historia con un especial interés reflexivo, conduciendo al espectador a mantener su atención en la situación pasada y presente del país.

Así, estas obras se proponen irrumpir en la tranquilidad del día a día, recordando la Colombia del ayer y situándola en el hoy. Como dice el corrido final de la obra de Guadalupe: “los tiempos del pasado se parecen al presente”. Para construir un futuro, es necesario tener memoria.

Ver recomendado: artículo sobre la obra, publicado en el diario El País de España.

@masterenplastil


[1] I took Panamá obra dirigida por Jorge Alí Triana, narra los eventos vinculados con la construcción del canal de panamá, como una exaltación critica a la injerencia estadounidense en Latinoamérica.

[2] Guadalupe años sin cuenta, obra insignia del grupo de teatro la candelaria, cuya primera función se realizo en 1975. Esta obra tuvo su primera función en 1975 y se ha mantenido vigente con más de 1500 funciones en los años siguientes. Ahora puesta en escena por el grupo Rapsodia teatro y dirigida por: Patricia Aríza, miembro del grupo de teatro la candelaria y directora de la corporación colombiana de teatro.

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