Hacktivismo y Movimientos Sociales

Por: José Daniel Serrano 

En últimas, ¿qué es lo que sabemos de Anonymous?

Con las revueltas de Mayo del ’68 en París y de Haymarket del ’86 en Chicago se empezó a vislumbrar una nueva serie de movimientos sociales heterogéneos que se articulaban en una sola lucha en contra de los poderes hegemónicos establecidos. En ese entonces el Estado y los sistemas económicos capitalistas eran el blanco principal de dichos levantamientos. Sin embargo, a medida que las circunstancias y el contexto se fueron modificando, así también lo hicieron los motivos de las protestas y los objetivos de estos movimientos. La globalización fue el eje central en torno al cual se gestó toda esta transformación.

Los nuevos medios de comunicación permitieron que cada vez más personas lograran interactuar entre sí, lo cual empezó a construir un sentido ético y moral común, y una preocupación internacional por los problemas locales e internacionales (fenómeno «glocal«).

Para todos aquellos activistas «outsiders» —aquellos que no se ven afectados de forma directa por la situación de conflicto, pero son solidarios con la causa— los problemas medio ambientales y sociales adquirieron una especial importancia. Así, empezaron a luchar por la conservación de la fauna y la flora mundial (Greenpeace) y/o por los problemas políticos y de violación de los derechos humanos de los que son víctimas los países en “vía de desarrollo” (Foro Social Mundial). Por otro lado, los «insiders» —aquellos activistas que efectivamente viven en regiones o países en conflicto— articulan sus problemáticas con elementos que la opinión pública considera “relevantes”: la protección del medio ambiente y de los derechos humanos.

Bajo estas premisas, muchos grupos de activistas y movimientos sociales se han reunido en  una sola voz y se han levantado en contra de fuerzas de poder hegemónicas. Hoy en día, el Estado ya no es el único objeto de lucha; las grandes corporaciones como Coca Cola, McDonalds, Nike o Starbucks son ahora susceptibles de movilizaciones en contra de sus acciones, como la explotación de sus trabajadores en diferentes partes del mundo o el daño que cometen en contra de la salud y el medio ambiente.

Como ya lo habíamos anotado, los medios de comunicación -y en especial el Internet- se han convertido en una forma de articular diferentes luchas en una sola y, de esta forma, expandir las acciones y las voces de protesta alrededor del mundo. Pero, además de ser el medio a través del cual los activistas buscan la cohesión de sus “insiders” y el apoyo de los “outsiders”, la comunicación se convirtió ahora en el foco central de lucha.

En este sentido, el caso de Anonymous es muy interesante, pues responde a las características de un movimiento social tradicional, en la medida en la que pretende tener una distribución de poder lineal  —no existe una cabeza visible—, y, al mismo tiempo, plantea la idea de una causa o un objetivo común de todos sus miembros. Sin embargo, existe un elemento fundamental que puede llegar a diferenciar a Anonymous del resto de movimientos sociales y es el alcance y el impacto de sus acciones.

Gabriella Coleman, profesora de “Media, Culture and Comunication” en NYU, ha realizado varios estudios relacionados con el activismo digital y explica cómo Anonymous no surge como un movimiento social, sino que ha venido transformándose con el tiempo. Este grupo de activistas digitales nació en “4chan”, un espacio en Internet que permitía a sus usuarios interactuaran sin revelar sus identidades en foros y chats sobre temas específicos. Algunos de estos grupos se utilizaban para “trolling”, que se podría entender como llevar a cabo acciones o realizar comentarios con el fin de burlarse o molestar a los demás.

 

Al notar el poder de convocatoria y de acción que tenían estos grupos anónimos, los temas de movilización fueron cambiando y pasaron a asuntos cada vez más políticos y de mayor interés. El proyecto Chanology, que protestaba en contra de la Iglesia de Cienciología o el Proyecto PayBack que iba en contra de los intentos de protección de los derechos de autor y los ataques a Wikileaks o su ingerencia en las luchas de la Primavera Arabe, pusieron a Anonymous en el plano internacional como un nuevo movimientos social, cuyos activistas tenían la posibilidad de llevar a cabo acciones concretas y contundentes.

A pesar de cambiar su campo de acción y realizar sus protestas, ya no en las calles sino en Internet, existen ciertos patrones similares entre Anonymous y los movimientos sociales tradicionales. Aunque la brecha entre “insiders” y “outsiders” ya no es la misma, los temas que adquieren relevancia y el tipo de acciones que se llevan a cabo nos permiten comprender que no es un grupo homogéneo y que, en efecto, existen divisiones internas de acuerdo con los temas de interés y el rol que cada uno de sus miembros desarrolle dentro del grupo. Es por esta razón que se han creado “subgrupos” dedicados a problemas locales, bajo el amparo y el apoyo de toda la colectividad. En el caso Colombiano existe un grupo de Anonymouscolombia que ha tomado acciones en contra del Estado por la llamada “ley Lleras” y que es apoyado por todo el grupo Anonymous.

Sin entrar a discutir los pros y los contras de un movimiento como éste, sí quiero plantear la pregunta de hasta qué punto se conserva esta idea de Anonymous como un grupo de poder horizontal que responde a la lucha de la mayoría y en contra de unos pocos empoderados. ¿Se encuentra esta comunidad virtual  libre de jerarquías? ¿Quién toma las decisiones de qué acciones se deben ejecutar, contra quién y cómo llevarlas a cabo? ¿Se hace por consenso? Y si lo hacen, ¿cómo lograr que estas acciones se materialicen si cada miembro puede tener una posición y una visión diferente del asunto? ¿No será que, como en toda comunidad, siempre las decisiones de unos se imponen sobre las de los otros?

Considero que, como movimiento social, Anonymous adquiere importancia al ser un contra poder que permite a los activistas llevar a cabo acciones concretas que llamen la atención de los medios, los Estados y la empresas -acciones que, de otra forma, no tendrían ninguna relevancia para la opinión pública-. Sin embargo, es importante tener en cuenta que, al igual que los demás grupos y movimientos, Anonymous responde a intereses específicos, pues las ideas del “anonimato” y la “acción colectiva” pueden ser un arma de doble filo. No se sabe con certeza para quién o quiénes el movimiento trabaja y su poder ya no es sólo el de movilizar activistas, sino a las grandes masas.

 

 

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