Por: Juan David Torres Duarte | Bogotá, D.C. | @acayaqui
*Este texto es una continuación de: Del periodismo y la escritura (I)
La elipsis no es un invento literario. Es una necesidad vital.
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Pensar demasiado es el segundo significado de la ignorancia.
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La hechura de un vestido es el primer paso de un escritor. Mientras crea, mientras utiliza la técnica, al mismo tiempo busca desecharla, deshacerla, apabullarla, volverla trizas. Por eso escribir es también dejar de escribir.
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En el periodismo nos peleamos por las exclusivas. Quién tiene primero qué llega a valer más que el qué mismo. Imagínese usted que, en algún momento, Kant se hubiera dado el crédito por descubrir la razón. Exclusiva: descubrí que pensar nos hace hombres. Ahora póngalo en el plano periodístico. ¿Cómo se siente?
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Una historia se vuelve importante, de repente, cuando toma forma en la imprenta. No es en sí misma importante, sino porque es publicada. Esto no deja de mostrar cierta hipocresía. Una hipocresía tanto de los lectores como de los periodistas.
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Sangre, asesinatos, violaciones, sangre, asesinatos, violaciones. Nos hemos convertido, de pronto, en el vehículo de toda falta de idealismo. El periodismo es real, pero, habrá que aceptarlo, la realidad también es feliz.
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Muchos escriben bien. Pocos saben escribir.
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Reducir significa escribir “ataque” cuando, en medio, hubo bombas y brazos descarnados y gritos de dolor indescriptibles. Por eso las palabras siempre quedan debiéndole a la vida.
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Los criterios de un periódico son tan volubles como la salud de sus dueños.
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Hombre y mujeres que buscan la gloria con su firma y no se dan cuenta de que la firma no da autoridad ni respeto, sino lo que contiene esa firma.
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Los hechos son en un texto periodístico lo que los argumentos a un ensayo.
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La verosimilitud es el modo de hacer creer al lector que el texto es cierto. De modo que no es un carácter singular de la ficción, sino de cualquier escrito. De modo que el periodismo es también verosímil, como la ficción. La ficción no es mentira; la ficción está creada a partir de personajes que no existen, pero cuyas realidades son latentes. De modo que la división entre verdad y mentira en el periodismo no sólo es falsa, sino que prescinde de todos los grises. Y uno de esos grises es el siguiente: el periodismo también es uno de los modos de la ficción.
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La escritura es un acto de rebeldía. Contra uno mismo, contra los demás. Es una punzada fuerte, una punzada que permite la agonía pero que, en vez de matar, cambia la piel. La escritura es, por eso, un acto de trasmutación, una metamorfosis, un sincero llamado al caos y al temblor. El que escribe en contravía de esa idea es, por lo menos, un holgazán. No se escribe para hacer felices a los demás, sino para mostrarles que también su tristeza es un hecho pasional y que los momentos de felicidad, pocos, son meros chispazos en medio de una existencia que casi en su totalidad resulta insana y precaria. Se escribe para darle contorno a la felicidad mostrando la carne de la tristeza.
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Dejen de dividir el periodismo en géneros, dejen los egos, dejen la firma como reconocimiento, dejen los premios, dejen las lagarterías, dejen los espaldarazos insidiosos, dejen la palabra mal usada, dejen de ser holgazanes, inútiles, creídos, ignorantes, dejen de creer que el mundo se acabaría sin ustedes, dejen de mostrar su credencial, dejen de elogiarse, dejen tanta hipocresía, tanta fanfarronería, dejen de vivir en los cielos, conozcan los infiernos, dejen de sentirse poderosos, el cuarto poder, ay, el cuarto poder, dejen de ser ridículos, dejen de creer que todo lo saben, dejen de creer que la poesía es una palabra bonita y no una palabra bien puesta, dejen de creerse todos cronistas, dejen de creerse adalides, dejen los títulos de siempre, los giros de siempre, las metáforas vacías de siempre, dejen tanta objetividad aparente, dejen.
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Ellos, los periodistas, tienen todo pensado, lo saben todo. Saben qué leen sus lectores, cuáles son sus temas favoritos. El morbo es su bandera; tienen números y cifras y la palabra tráfico, contrario a los conductores, es para ellos una bendición.
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El periodismo sólo descubre la verdad que son las mentiras. ♠
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EXCELENTE POST!