Por Christian Ramírez | @CEramsesgado
Esta es la segunda entrega de una serie de textos acerca de la antropología y su aproximación a los medios de comunicación (Ver Hacia una Antropología de Medios I). Estos textos pueden ser leídos de manera independiente ya que, aunque tienen relación entre sí, cada uno abarca temáticas diferentes en relación con la Antropología y los Medios.
Los documentales constituyen una parte importante de nuestra vida mediática. Con el excesivo flujo de información, y por el trabajo que implica consultarla y clasificar la misma, los documentales se han convertido en la herramienta predilecta de consulta cuando se pretende generar una opinión rápida acerca de algún tema. Con el creciente acceso a tecnologías de información y comunicación, y la continua expansión de internet (un tercio del mundo tiene accesos a la red), es posible encontrar documentales de todo tipo. ¿Cómo distinguir un buen documental? ¿Qué lo caracteriza? ¿Es la información presentada en el documental confiable? Aunque no hay respuesta fácil a estas preguntas, entender y conocer acerca de la historia y el desarrollo de la película documental, ayuda a formar una idea acerca de los elementos, herramientas y recursos usados por los directores para desarrollar sus proyectos. El objetivo de este texto es ilustrar, de manera breve, los inicios de la película documental.
Las primeras etapas del documental: del movimiento a Nanook of the North
Pocos creerían que los primeros documentales duraban entre 3 y 4 segundos. Estas “representaciones de la realidad” estuvieron caracterizadas precisamente por eso: ser capturas de momentos reales, reproducibles es una pantalla para que se apreciara el movimiento. Fue el inglés Eadweard Muybridge quien primero logró captar lo que luego se convertiría en la premisa principal de la película documental: abrir nuestros ojos hacia mundos que, aunque disponibles, no se lograban percibir a simple vista. Fue así como la secuencia de fotografías Animal Locomotion se convertiría en un éxito mundial. Muybridge, a través de secuencias de entre 16 y 26 fotografías consecutivas, mostraba de manera lenta y detallada, el movimiento de diversos animales: un caballo de carreras, un elefante y un gato -cazando- se convirtieron en la muestra fehaciente de que el mundo perceptible contenía más información de la que en realidad nuestros sentidos lograban captar (ver su primera secuencia aquí).
Aunque las muestras de Muybridge fueron de trascendental importancia para el desarrollo de la película documental, no fue sino hasta la incursión de los hermanos Lumière -a finales del siglo XIX- que la película documental se hizo realidad. A diferencia de otros pioneros de la época, los hermanos Lumière desarrollaron la cinématographe: la primera cámara portátil del mundo. Con un peso de tan sólo 5 kilos, y con la posibilidad de ser cargada a mano en un maletín, la cinématographe encontró en la calle, y en la luz del día, su habitat natural. Tras la exhibición en París de su primera película Workers Leaving the Lumière Factory (Trabajadores Abandonando la Fábrica Lumière, 1895), los hermanos Lumière viajaron por el mundo, exhibiendo los diversos documentales -todos hasta de 1 minuto- filmados con la cinématographe.
Capturar la vida real, lo cotidiano, fue el objetivo principal de los Lumière. Un pescador, una embarcación, o algunos nadadores saltando al agua, correspondían a las muestras habituales en los teatros europeos; pero sería el documental Arrival of a Train (Llegada del Tren) el que convertiría a los Lumière en el furor de la época. Con una cámara fija, los 49 segundos de video, muestran la llegada de un tren y su posterior parada en la estación. Aunque esto suene sencillo, para 1895, el movimiento en una pantalla era surreal. Cuentan las crónicas que las personas que asistieron a las funciones de la llegada del tren, gritaban, corrían y se agitaban ante el rápido movimiento de un tren dirigiéndose hacia ellos. Una vez el auditorio reconocía que el tren era sólo una imagen, el furor y la algarabía no se hacían esperar.
Este primer éxito de la primera etapa de la película documental duraría hasta finales de 1907, año en que las películas de ficción empezaron a tener una mayor acogida entre el público. El documental no vería su renacer sino hasta principios de los años 20 de la mano de Robert Flaherty y el primer documental etnográfico.
Nanook y el documentalista como explorador
En 1910, Robert Flaherty -hijo de un ingeniero de minas en el Norte de Estados Unidos y Canada-, fue enviado por William Mackenzie, el principal constructor de ferrocarriles en el norte de Canada, a explorar nuevas zonas de donde se pudiera extraer hierro. En la tercera de las cuatro expediciones que hizo para Mackenzie, y motivado por él mismo, Flaherty incluyó dentro de su equipaje una cámara de video para capturar el exotismo del lugar hacia donde se dirigía. Fue así como Flaherty descubrió a los Esquimales y se empezó a forjar Nanook of the North (Nanuk el Esquimal), proyecto que no vería la luz sino hasta 1922.
Lo que inició como un pasatiempo se convertiría en una obsesión. Flaherty empezó a viajar varias veces al año a filmar las costumbres de los esquimos, su forma de vida, y las peripecias típicas de la vida en el clima nórdico. En 1916, con más de 10.000 metros de negativos, Flaherty se preparaba para editar lo que se convertiría en «el primer documental etnográfico». Cuando tuvo listo el film y se disponía a enviarlo a sus distribuidores en la ciudad de Nueva York, soltó su cigarrillo sobre la cinta de video y el carrete se quemó en segundos: seis años de filmación fueron tirados a la basura en un abrir y cerrar de ojos. Contrario a lo que todos pensarían, Flaherty vio -en esto- una gran oportunidad.
A diferencia de la filmación original, Flaherty había adquirido el conocimiento de terreno suficiente para saber como proceder para filmar una nueva película. No sólo se había convertido en un experimentado camarógrafo, sino que había entablado una relación personal con los Esquimales: conocía sus costumbre y su forma de vida. Aún así, no fue sino hasta 1920 que Flaherty logró juntar los fondos necesarios para viajar al norte y filmar su película (la Primera Guerra Mundial fue su gran enemigo). El resultado final fue Nanook, la historia de un individuo que lucha contra la naturaleza por sobrevivir.
De esta manera nació el documentalista como explorador, como revelador de lugares ocultos y de vidas exóticas que le eran ajenas -además de lejanas- al común de la gente. Flaherty marcó el camino que tomaría el cine documental, en años posteriores, siendo a su vez trascendental en la evolución del documental etnográfico y en el nacimiento de la antropología visual.
Referencias: