¿Borrón y cuenta nueva? – Las Comisiones de la “Verdad”
Por Maria Corcione
Para culminar mi ejercicio individual de hacer memoria para la historia, me he detenido a reflexionar sobre las Comisiones de la Verdad y Reparación. Las comisiones -creadas a partir del fin de las dictaduras, períodos de violencia armada interna, y/o violencia política de países en conflicto- son organismos de investigación establecidos para entregar «la verdad” a la sociedad, sobre los hechos y sus responsables, sin que éstas y sus resultados participen dentro de procesos judiciales. De esta forma, buscan ser investigadoras de hechos violentos para la reconstrucción de las sociedades maltratadas y la reconciliación nacional, ayudando a superar las profundas crisis y evitando que los hechos se repitan en un futuro.
Desde instancias del poder oficial, así se crearon en Argentina, la CONADEP (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas); en Chile, la «Comisión de Verdad y Reconciliación«; en El Salvador, la «Comisión de la Verdad«; en Colombia, la “Comisión de la Verdad sobre los Hechos del Palacio de Justicia” (la cual buscó investigar los hechos violentos, los responsables, las razones y circunstancias de los delitos de uno de los miles de hechos violentos ocurridos en el país durante el último siglo); en Brasil, la “Comisión de la Verdad” (creada en 2011 por la presidenta Dilma Rousseff para investigar los hechos de violaciones a los derechos humanos entre 1946-1988, especialmente en el período de la dictadura militar entre 1964-1985); en Perú, la “Comisión de Verdad y Reconciliación” (la cual cuenta con una página web en la que se recopilan nueve tomos de investigación sobre diversos hechos violentos, tipos de violencia y recomendaciones realizadas desde la misma comisión para la reconciliación del país), entre otras comisiones de países latinoamericanos.
Las Comisiones de la Verdad y la Reparación, tienen implicaciones diferentes a las de sólo encontrar la verdad; con ellas se busca también reparar, dejando abierto el debate de por qué algunas comisiones no llevan implícito el nombre de reconciliación en sus nombres. El objetivo común de estas comisiones es buscar conocer las causas de la violencia, identificar los elementos en conflicto, investigar los hechos más graves de violaciones a los derechos humanos y establecer las responsabilidades jurídicas correspondientes. Su trabajo permite identificar las ramificaciones de la violencia en los diversos poderes, reivindicar la memoria de las víctimas, proponer políticas de reparación del daño, a partir de la búsqueda de la “verdad».
En esta búsqueda de “LA VERDAD”, única y absoluta, de hechos violentos para la reparación, me pregunto si realmente se está cumpliendo el objetivo. La verdad siempre estará llena de vacíos: el que cometió los hechos ¿dijo toda la verdad?, el que la recopiló en los archivos judiciales ¿lo hizo de manera fidedigna?
No me malinterpreten; muchos casos han estado enmarcados dentro de procesos de investigación serios, imparciales, de verdadera justicia, pero la gran impunidad de casos relacionados con la violación a los derechos humanos no es sólo un tema de lenta aplicación de leyes y sentencias, el ocultamiento de testimonios, el asesinato y desaparición de testigos, o todo el andamiaje de entorpecimiento a la justicia. Esta verdad, o mejor, esta “suma de verdades” ¿es suficiente para los objetivos de la comisión? Quizás en su loable esfuerzo, sí, pero y ¿en términos de resultados?
No intento con esto demeritar el valor de las comisiones de la verdad; simplemente intento hacer una reflexión sobre su real efectividad en el ejercicio para la memoria de la historia. Es aquí donde encuentro la falencia más grande porque, ¿cuántas personas han leído el informe sobre la Comisión para la Verdad sobre el caso de la toma del Palacio de Justicia en Colombia? ¿Qué dicen allí que pueda ayudar a revelar la VERDAD de un hecho violento? ¿Cómo reivindica el informe a las víctimas?, ¿Cuáles son las recomendaciones para la no repetición de casos como este?
En realidad, éste no es un problema de una sola vía, ya que a la sociedad tampoco parece interesarle conocer los hechos y la “verdad”, así sea sólo una de las miles que se encuentran. A la sociedad parece no importarle su participación en el cumplimiento del objetivo de la no repetición de los hechos, o de la reconstrucción de una sociedad a partir de una historia violenta, o el de la reparación de las víctimas y su legitimación dentro de la sociedad.
Así, después de mi ejercicio para la memoria, termino leyendo el informe de la Comisión de la verdad para los hechos de la toma del Palacio de Justicia, entendiendo que la construcción de la memoria para la historia (como lo definí en artículos anteriores) no puede inscribirse dentro del lema de «borrón y cuenta nueva«; no se puede borrar nada del pasado cuando se quiere construir verdad, no puede aplicarse la cuenta nueva y el volver a comenzar porque dejaríamos de reconocer a las víctimas que han sufrido y que sufren hoy día por las violencias que se ejercen en el territorio nacional, no deberíamos olvidar para construir. Como dije en la entrada I de esta serie, recordar duele, pero duele más olvidar nuestra historia.
Las Comisiones de la Verdad y la Reconciliación tienen adeptos y adversarios, y en esa polémica no voy a entrar. Los invito a que lean los informes producidos por algunas de ellas, y así, a partir del conocimiento de UNA de las verdades, reflexionemos sobre por qué recordar es importante y sobre cómo los ejercicios para la memoria individual se vuelven ejercicios de memoria colectiva que incitan la construcción de la historia.
@susyluck
La CNRR viene realizando una valiosisima labor cientifica al desentrañar las distintas verdades con lo cual las victimas, al sentirse escuchadas y valoradas, podran encontrar un camino menos duro para salir adelante en su proceso de sanacion. Al resto de quienes habitamos este pais nos corresponde la importante labor de documentarnos y trasmitir a las nuevas generaciones la historia de estos años oscuros y dificiles para que estos errores no se vuelvan a cometer nunca mas. Asi como nos invita la autora de este articulo : Construyamos memoria !